sábado, 12 de abril de 2014

La madurez del amor...

Comentario al Evangelio del Domingo
Mt 21,1-11
Mt  26,3-5.14-75. 27,1-66

"LA MULTITUD QUE IBA DELANTE DE JESÚS Y LA QUE LO SEGUÍA GRITABA: HOSANNA AL HIJO DE DAVID ! BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR! HOSANNA EN LAS ALTURAS!"
En éste día hacemos memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén donde, por primera vez, es aclamado y recibido con alegría por el pueblo. Ese mismo pueblo que tuvo una actitud dispar para con él y que será el mismo que presenciará su pasión pocos días después.
Al leer la Pasión en los evangelios, resulta llamativa la alevosa contradicción en la actitud del pueblo entre apenas unos días de diferencia. Es chocante. Para quienes rememoramos aquellos hechos, resulta una escena casi teatral. Debo confesar que, personalmente, siempre me costó celebrar el domingo de ramos, porque -a la luz de los hechos posteriores- resulta una alegría casi impostada, falsa, efímera. Sin embargo, este hecho desnuda la verdad del corazón humano: nuestra condición humana es, en muchas situaciones, tan contradictoria como inestable. Nada que aquellos judíos hicieron, hoy no seríamos capaces de hacer nosotros. Aún cuando hoy, nosotros conocemos el final de la historia. Aún así, la verdad de los hechos no nos exceptúan de los deslices de nuestra naturaleza humana. O acaso no vivimos haciendo propósitos de mejorar nuestra vida, para un poco más adelante volver a caer una y otra vez, y las más de las veces, con lo mismo.


¿CÓMO SE DEBE ENTENDER ENTONCES ESTE HECHO DE LA VIDA DE JESÚS QUE HOY CELEBRAMOS? 
Jesús sabe que ese pueblo que lo aclama, es el mismo que pronto lo abandonará y será el espectador pasivo de su muerte. Sin embargo no hay odio en su corazón.  Recibe sereno la aclamación popular, que es el justo reconocimiento de su condición de Salvador, aún cuando sabe que durará poco, muy poco. Es necesario que el Hijo del Hombre sea reconocido como tal, antes de atravesar el umbral de la muerte y liberar a la humanidad del pecado y sus efectos. Sabe que el amor del hombre es débil, limitado y que pronto recae. Igualmente lo recibe, lo acoge. Para dar cumplimiento a la Escritura que ya lo anunciaba. Jesús no se nutre del afecto del pueblo a título personal, sólo busca ser obediente hasta en lo más mínimo a la Voluntad y al Proyecto de salvación de Dios para la humanidad.


"...COMENZÓ A SENTIR TRISTEZA Y ANGUSTIA Y LES DIJO: ME MUERO DE TRISTEZA, QUÉDENSE AQUÍ Y VELEN CONMIGO..."

Ya se han precipitado los hechos de la persecución de Jesús. Él lo sabe. Atrás quedaron los honores y las palmas batidas para recibir al Salvador. El evangelio según San Mateo, nos describe los sentimientos de Jesús: tristeza y angustia. No habla de miedo, ni de enojo. Sí de tristeza. Probablemente ante la traición de Judas. Probablemente ante el dolor y la confusión que vivirán los apóstoles. Ante todo ello, no queda más que tristeza y angustia.
Difícilmente uno de nosotros pueda comprender aquellos sentimientos del Señor que, habiéndose hecho hombre para redimir al mundo de su pecado, en obediencia a su Padre, vé terminar sus días en la tierra de ésta manera tan trágica y dura. La distancia abismal que existe entre la persona de Jesús y el pecado es la que hace más agudo y crítico ese momento. Porque en Dios, no hay contradicción ni doblez, como sí lo hay en nosotros. Porque Dios es fiel hasta el final, y los hombres no lo somos. Ésto hace que la traición en Jesús haya podido ser más dolorosa aún que la flagelación que sufrió. Porque los dolores del cuerpo, si bien fueron brutales y descarnados, llegaron a su fin con su muerte. En cambio la traición humana, es algo que no cesa. Jesús, en tanto Dios, sabía que estaba redimiendo a la humanidad, quien sucesivamente no dejaría de traicionar al Plan de Dios. Por ello, la tristeza y el dolor más grandes de Jesús deben haber sido la traición artera del hombre.

La Pasión de Jesús es la consumación del amor infinito e inexplicable de Dios por el hombre. El amor probado en el sufrimiento es fuente de más amor. La pasión del Señor no es una historia sólo de sangre, traición y sufrimiento, aunque allí sí que las hubo. ES LA HISTORIA DEL AMOR ENTREGADO Y DONADO HASTA EL FIN... No se puede mirar a la Pasión con otros ojos que no sean los del amor. La muerte es un hecho sin explicación lógica para el ser humano, allí todas nuestras respuestas y esperanzas naufragan. Mucho más incomprensible es pensar la muerte del Hijo de Dios. Sin embargo, la muerte vista a través de los ojos del amor, se vuelve vida entregada y fecunda que engendra más vida. Es ésta una invitación también para nosotros a caminar hacia la madurez del amor: superar los infantilismos y apasionamientos románticos para aprender a amar con entrega, dedicación, constancia y aún en la prueba y el dolor.
Nosotros nos disponemos a celebrar un año más la Pascua del Señor, que es la rememoración y actualización de ese hecho en nuestras vidas. Pero no caminamos en un oscuro callejón sin saber hacia dónde vamos. Todo lo contrario. Caminamos con fe y esperanza por el sendero que nos lleva a encontrarnos con la Luz de la Resurrección del Señor, que nos invita a morir con él a nosotros mismos para poder hacer realidad en nuestras vidas la Resurrección.
Jesús ya murió y resucitó. No volverá a hacerlo, no es necesario. Somos nosotros los invitados a atravesar con Él esa Pascua para, abrazando la cruz que nos fue impuesta por la vida, poder resucitar con Él a una vida nueva.

DANOS LA GRACIA SEÑOR, DE PODER VIVIR ESTA SEMANA SANTA QUE SE INICIA UNIÉNDONOS A CRISTO EN SU CAMINO, Y HACIENDO REALIDAD EN NUESTRAS VIDAS DE CADA DÍA LA RAZÓN QUE HIZO POSIBLE LA PASCUA DE JESÚS: SER DÓCILES Y OBEDIENTES A DIOS HASTA EL FIN Y EN TODO...





sábado, 22 de marzo de 2014

Un manantial de Vida para sedientos que no tengan con qué pagar...

Comentario al Evangelio del Domingo 
Jn. 4,5-42

"LLEGÓ A UN PUEBLO LLAMADO SICAR, CERCA DEL TERRENO QUE JACOB DIO A SU HIJO JOSÉ. ALLÍ TAMBIÉN ESTABA EL POZO DE JACOB...JESUS FATIGADO POR LA CAMINATA, SE SENTÓ JUNTO AL POZO. ERA CASI LA HORA DEL MEDIODIA..."
Jesús se está yendo de Judea, después de haber persuadido a muchos judíos con su predicación, y ésto empieza a generar resquemores en las autoridades religiosas judías. Es entonces cuando Jesús emprende viaje hacia el norte (Judea estaba ubicada al sur de la Palestina), y para poder llegar hasta allí debía atravesar el territorio de Samaría. Esta provincia intermedia entre Judea -al sur- y Galilea -al norte- tenía diferencias antiguas con el resto del pueblo judío. Esa ciudad, que en siglos anteriores había sido cabecera del Reino del Norte, había sido conquistada luego por los asirios y dada esta influencia, habían adquirido muchas costumbres y creencias ajenas al judaísmo, que los religiosos más ortodoxos no venían con buenos ojos. Además habían constituído su lugar de culto el monte Garizim, dando la espalda a Jerusalén. Por todo ello, para un judío pasar por Samaría era atravesar una tierra de idólatras y apóstatas de la Fe Judaica, cuánto más lo era si se hablaba o se mantenía trato alguno con un habitante de aquella tierra.

Jesús debe haber recorrido algunas decenas de kilómetros para poder llegar de un extremo a otro. Por ello, es posible que la ciudad de Sicar estuviera aproximadamente a mitad de camino entre un punto y otro.
El evangelista señala la ciudad donde se detiene Jesús, pero sin dejar de hacer referencia a la importancia que la misma tenía en la tradición del Antiguo Testamento. Señala la presencia del pozo de Jacob como un signo claro para poder ubicar la escena. Es la hora del mediodía, cuando el sol más agobia y el evangelista nos habla del cansancio de Jesús.
Lo que Juan quiere comunicarnos es algo muy importante, por eso no ahorra detalles. Preparó con mucho esfuerzo el escenario, desde lo geográfico y lo psicológico, para poder introducirnos a un momento posterior de mayor envergadura.

-"¿CÓMO ES QUE TÚ, SIENDO JUDÍO TE ATREVES A PEDIRME AGUA A MI QUE SOY SAMARITANA?...
-SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS..."
La mujer samaritana no sobreactúa la situación. Sin dudas, aquel gesto de Jesús era extraño. Él estaba hablándole, cuando en la tradición judía ortodoxa, los rabinos solían no tener trato con mujeres, mucho menos pedirles algo, y menos aún siendo samaritana. Jesús tenia enfrente a él, a alguien que era quizás una de las "más pobres entre los pobres". No en sentido material, sino desde la mirada de la religión judía. Jesús la mira y le pide "dame de beber". El Señor no le predica, ni tampoco le exige. Le pide. Es un gesto de profunda humildad ante quien no conocía. Y ante la pregunta de la mujer, Jesús le responde de manera enigmática y misteriosa..."si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, sin duda que tú misma me pedirías a mí y yo te daría agua viva ...". Todo aquello parecía un contrasentido para la mujer. Ese hombre extenuado le pide agua sentado junto al mismísimo pozo de Jacob, que lleva allí siglos saciando la sed de esa árida franja de tierra y posibilitando la vida de las personas y los animales, y él -que apenas hace un momento le pidió agua- ahora le menciona poseer un agua viva que saciará su sed para siempre.

"EL AGUA QUE YO QUIERO DARLE SE CONVERTIRÁ EN SU INTERIOR EN UN MANANTIAL QUE CONDUCE A LA VIDA ETERNA"
El Señor -respondiendo a la pregunta de la mujer- le aclara a qué agua se refiere ella. Un agua que se transformará en manantial (lugar desde el que nace y brota el agua) que conduce a la Vida eterna. Es decir, que aquello que Jesús le ofrece no es sólo agua milagrosa que quita la sed, sino agua que tiene la capacidad de brotar sin límites (de ahí la idea de manantial) y que sacia una sed mucho más profunda que la corporal. Por ello Juan habla de Vida eterna, para explicarnos que la sed que sacia el agua de vida de Jesús, es aquella sed de las cosas más importantes de nuestra vida.

Este maravilloso texto, que encierra un contenido teológico de altísimo valor, nos muestra a un Jesús radicalmente entregado a su misión de redención. Para ello, no se detiene ante nada: ni su cansancio, ni los prejuicios culturales (samaritanos) ni la historia de pecados de esta mujer (había tenido varios maridos)... Sin lugar a Jesús le va la vida en ésto. Está lanzado y entregado a la misión de su Padre.
Entre nosotros circula, quizás como nunca antes en la historia de la humanidad, diversos productos para saciar nuestra sed, para deleitar nuestro paladar, bebidas de todo tipo y valor. Paralelamente, vivimos en la era de la depresión, de la soledad y del aislamiento.
Este pasaje del Evangelio recobra una vigencia inusitada para nosotros: Jesús viene HOY a ofrecernos a nosotros aquello que nada ni nadie puede darnos. El agua de vida ofrecida por Jesús, quiere ser para nosotros algo que nos llene el corazón y toda nuestra existencia de una manera plena. Es un sentido nuevo y rico que se ofrece como regalo para plenificar nuestras vidas. Ese don, que es el don de sí mismo y de la presencia trinitaria de Dios en nosotros, se encierra en la hermosa expresión "manantial que conduce a la vida eterna".
¡Cuánta sed cargamos en nuestras vidas! ¡Cuánto vacío de sentido inútilmente intentado llenar de placeres, acumulaciones y distracciones! ¡Cuántas vidas a las que los poderosos han robado la esperanza por un poco más de poder! Sin embargo, cada noche al recostar nuestra cabeza en la almohada, nos encontramos con la soledad-que-no-se-llena, con nosotros mismos y con los mismos baches de siempre...

DANOS SEÑOR ESE AGUA VIVA PARA QUE TODAS NUESTRAS ANSIAS SE SACIEN Y SERENEN. PARA QUE NADA QUE NO SEA AUTÉNTICO Y PLENO NOS DISTRAIGA DE VIVIR EL LLAMADO AL QUE NOS INVITAS... 
Danos Agua Viva para que el mundo se inunde de ella, y toda la humanidad encuentre en tu Amor la fuente de sentido, paz, fraternidad, y perdón que tanto necesitamos...!