domingo, 28 de julio de 2013

La Oración: privilegio del humilde...

Comentario al Evangelio del Día de Hoy (EvDH)
Lc 11,1-13


"SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR..."
Los amigos de Jesús se deben haber sorprendido al ver en oración al Maestro. Quizás se preguntaban qué pasaba dentro de Jesús. Esa experiencia de intimidad, silencio y comunión profundas que veían en el Señor. Y por eso le hacen ese pedido tan osado... "enséñaños a orar". No pedían poca cosa... ellos querían aprender a orar, a vivir eso que Jesús vivía cuando entraba en comunión con su Padre y de lo que ellos eran testigos.La osadía de los discípulos de pedir semejante cosa, nace de la experiencia de la humildad. Ellos se sienten necesitados; quizás podrían haber experimentado: "no sabemos orar...", "necesitamos esa paz...", "anhelamos ese encuentro...". Pero lo importante es que el deseo de aprender a orar, nace del reconocimiento sincero y humilde de saberse carentes y necesitados. 


"CUANDO OREN, DIGAN: PADRENUESTRO..."

Jesús les abre la puerta al camino de la oración, enseñándoles lo que nosotros hoy conocemos como "el padrenuestro". Es esa oración que recitamos desde pequeños y casi automáticamente. Sin embargo -a pesar que para nosotros hoy pueda resultar una fórmula- esa oración constituye más que una fórmula, ES UN MODO DE ORAR. Si nos detenemos en la secuencia que sigue a dicha oración, podremos notar que primero se bendice el nombre de Dios y se pide que se cumpla siempre su Voluntad, luego se pide el pan cotidiano y el perdón de las ofensas cometidas, y por último se implora la ayuda de Dios en los momentos de prueba. Es decir, Jesús nos enseña a orar de éste modo: siempre y ante todo ALABAR Y BENDECIR. En todo momento y situación... Luego PEDIR, necesidades, perdón y protección... Este modo de oración cristiana, nace de la experiencia del reconocernos HIJOS AMADOS DEL PADRE. Una persona que goza de su condición de hijo, no necesita estar repetitivamente pidiendo perdón -aún cuando sepa y se reconozca en falta- sin antes de dar gracias y bendecir el hecho mismo de ser hijo. Es necesario pedir perdón, pero no bajo la conciencia de la culpa escrupulosa de quien solo ve en sí mismo faltas, sino del hijo que actuó mal y se alejó del amor del Padre. Por eso también pedimos que se cumpla su Voluntad, porque es un Padre Bueno, que no puede querer algo malo para nosotros. Sólo desea lo bueno, siempre.  Este es el modo en el que nos enseña a orar Jesús... como hijos confiados de un Padre, que nos ama tanto, que siempre quiere lo mejor para nosotros; y eso es motivo de alegría, gozo y alabanza, en primer lugar, y de súplica, pedidos y contricción, ante la caída.

"¡CUÁNTO MÁS EL PADRE DEL CIELO DARÁ EL ESPÍRITU SANTO A AQUELLOS QUE SE LO PIDAN!"
Jesús cierra su enseñanza sobre la oración prometiendo con certeza que el Padre da su Espíritu a quienes se lo pidan. Ya no sólo nos da las cosas que necesitamos, sino que nos da el Espíritu Santo, Su Espíritu, es decir, se da a sí mismo.
En éste versículo final, Jesús nos muestra que la oración, que es un encuentro íntimo con Dios, es sobretodo un encuentro con la Trinidad. En la oración nos es permitido entrar en el corazón mismo de Dios, que es la Santísima Trinidad. Allí se nos permite experimentar -de acuerdo a nuestras posibilidades- todo lo que  Dios vive intratrinitariamente. Por eso los frutos de una oración genuina son paz, gozo, comunión, amor, perdón, fraternidad, servicio, mansedumbre, consuelo. Todo ello vive en el corazón de Dios y nos es permitido experimentarlo como anticipo de la Gloria eterna que nos espera. 
Cada oración es vivir por un instante el cielo, ya aquí y ahora. Porque nuestro corazón se sumerge en la Trinidad y reposa en ella.
La oración nos afirma en el camino de seguimiento de Jesús,  nos hace más trinitarios y nos centra en Cristo. 
La oración no debe ser lujo de los que tienen tiempo. Es la savia que nutre el corazón y que lo despabila del extravío cuando cae en el enojo, el resentimiento y la soledad. Es aquello que nos oxigena cuando sentimos que estamos por caer, porque nuestras fuerzas no dan para más. 
La oración es la plegaria del humilde, porque no ora quien se siente seguro de sí mismo, sino quien se sabe pobre y pecador, y no lo hace por vergüenza y culpa, sino por amor confiado y esperanzado.
AMEN



sábado, 20 de julio de 2013

Comentario EvDH


MI AMIGO, MI AMADO  
Fray Wilson Ossa B. ocd

“Este es mi siervo a quien elegí, mi amado en quien me complazco”(Mt 12)



Ser feliz es compartir la suerte del amigo, los amigos verdaderos se reconocen en las pruebas, en los mismos interés por los que luchan, ser amigo de Dios es hacer la voluntad del Padre como Jesús: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” Jesús nuestro amigo nos corrige y nos guía para que seamos amigos del Padre, para que entremos en su intimidad, para que le seamos agradables a Dios, con sus actitudes nos va formando para la amistad divina. Es un amigo verdadero que nos coloca en amistad con sus amigos. “los amigos de mis amigos son mis amigos”.
“En ti solo me he agradado, oh vida de vida mía, eres lumbre de mi lumbre, eres mi sabiduría, figura de mi substancia en quien bien me complacía” dice de Jesús el Padre Dios en la voz de san juan de la cruz. La actitud mansa y humilde de Jesús, la fortaleza y constancia con la que siembra la justicia y el derecho, llevando sobre si el pecado y sacándolo del cuerpo de los hombres, sin gritos, sin violencias, la mansedumbre majestuosa y pacífica con la que revela la verdad de Dios como un amor fuerte y poderoso, la misericordia que se abaja a los pequeños, los pecadores, los enfermos, son los rasgos que hacen del Hijo de Dios el predilecto del Padre y es por ende el camino que nos regala para serle agradable a Dios:“Nada me contenta Hijo fuera de tu compañía / y si algo me contenta / en ti mismo lo querría, el que a tí mas se parece/ a mi más satisfaría/ y el que en nada te asemeja/ ese en mi nada hallaría”.

No porfiará, no gritará, no voceará por las calles, no apagará el pábilo vacilante…, así lo vimos camino de la cruz, en su pasión, manso,” el más hermosos de los hijos de los hombres, el amigo verdadero que nos acompañó en todas nuestras oscuridades, Yendo victorioso por la verdad y la justicia para atraernos al amor del Padre y por esa seducción introducirnos en el misterio de amor que El mismo goza.
Ser feliz es compartir la suerte del amigo, ser amigo de Jesús, amarlo es hacer lo que El nos dice, hacer la voluntad del Padre como el la cumplió, es el único requisito que nos coloca para gozar de su intimidad, de sus hondos secretos, del amor infinito que es El, ese amor que tantas veces se ha encarnado en el misterio de los amigos, que se acercaron y nos hicieron comprender la presencia del Dios humanado…, a todos ustedes, mi abrazo fuerte, mi cariño grande, a los que sobretodo me acompañaron cuando la oscuridad se tomó mi vida, y los ví, sorprendido y sonriente, acompañándome a llevar la cruz, mis amigos…esos que están allí junto a la cruz,… y que me encarnan esta frase: “viendo al discípulo que tanto quería…” a esos que les entregaría con toda el alma con María, el cuerpo, la sangre.


domingo, 7 de julio de 2013

Comentario EvDH. Por Fray Wilson D. Ossa B. ocd

DIALOGOS DE PAZ

Sus deseos de paz se cumplirán” (Lc 10)
Los verdaderos diálogos de paz ocurren en la oración; allí, el alma sustentada por Jesús, es consolada de sus inquietudes y ambiciones (como pueden hablar de paz los que tienen otras ambiciones distintas a ella misma) El que ora se hace instrumento de paz. La experiencia profunda de que Dios reina en un alma es la paz. El Reino de Dios es paz, gozo y justicia en el Espíritu Santo dice san Pablo. (Miremos donde nace la justicia, en Dios, que nos comunica a todos su ser mismo, en eso es justo, en que para todos es el mismo Dios, el único bien que no se acaba). Como efusión del Espíritu en el alma es un rio de consuelo, de ternura que comunica esencialmente el Padre a sus hijos en Jesús. “Como niños de pecho los llevará en sus brazos, sobre sus rodillas los acariciará, como una madre consuela a su hijo, así os consolaré yo”


La paz es la experiencia del amor poderoso conque Jesús venció todos los odios, las violencias, el pecado y es un amor que no nos deja en paz. que nos lanza a anunciarla. Es la primera palabra del resucitado a los apóstoles. “la paz esté con ustedes”. La auténtica paz, no como el mundo la da, proviene de esta experiencia de haber nacido de nuevo con Jesús resucitado, de la certeza de la comunión con Dios en su propia vida eterna, ya no hay nada más que pedir. “Lo que importa es esta nueva creación, los que viven según este principio gozarán la paz y la misericordia divina
los discípulos edificados en esta paz son enviados a comunicar con sus propias vidas la experiencia que llevan, no van buscando una paz que no tienen ni implantando lo que en ellos todavía no ha ocurrido. En la oración han vivido a plenitud la comunión con el Espíritu de Dios, ahora anuncian, aunque a veces no los reciban, una nueva manera de ser. “Cuando entren en una casa saluden con a los que en ella viven y si hay allí quien los acoja esos deseos de paz se cumplirán”.

Recostados en el pecho de Jesús, consolados con sus amor, el alma es colmada de gracias y virtudes que se suyo hacen al alma pacifica, mansa, fuerte tanto que ni el mundo, ni el demonio, ni la carne pueden robarle esta verdadera seguridad, esta vida así, es la certeza que son enviados a comunicar al mundo.

¡pas…pas…pas!… asi suenan las armas, los golpes, cuando incluso quieren construir la paz. Paz…a los hombres de buena voluntad…así resuena el cantico de los ángeles la noche de navidad, cuando Dios nos dijo que era uno con nosotros, uno de nosotros, que Dios vive en cada hermano, en el guerrillero, en el paramilitar, en el campesino, en el indígena, en el soldado…, quizás tanta sangre derramada tenga el poder de suplicar a Dios que venga su reino, que venga la paz.

sábado, 6 de julio de 2013

Amar sin límites

"Encontré la paradoja: Sí amas hasta que te duela, ya no habrá mas dolor, solo más amor"

Beata Teresa de Calcuta